Wednesday, October 19, 2005

La muerte no va conmigo

Señores, con esto de que el mercado es libre de crear negocios, ofertas y necesidades a nosotros los fieles consumidores – ciudadanos, todo ámbito de nuestra existencia esta destinada a producir alguna onerosa ganancia a quien explote su veta emprendedora en nuestro ser y su cotidianidad.

Somos algo así como una minita de oro caminando por las calles proclives a que cualquiera se las emprenda de pirquinero y succione nuestra riquezas y nosotros le ayudemos en la obra regalándoles nuestro royalty.

Personalmente no tengo ningún drama con el libre mercado, es más, soy un consumidor empedernido, un caza ofertas, en búsqueda del dato preciso donde comprar más barato especialmente en lo referido a la promos para el carrete o las fotocopias para la universidad.

Por supuesto que hay algunas liquidaciones que se escapan de mi poder adquisitivo o algunas me dan pudor por su naturaleza. Una de estas es la ofrecida por el negocio de la muerte, la cual me llamó la atención al leer las historias entorno a esta empresa, la ronda de millones que hay en juego y los personajes freak que participan

La industria de la muerte por las informaciones que recopilé es un negocio redondo por donde se lo mire. Nosotros somos 15 millones de potenciales clientes que inevitablemente en cualquier momento tendremos que estirar la pata. Ante lo cual ya hay toda una maquinaria atenta a la captación de fiambres. En ella encontramos a la simpática y atractiva vendedora de tumbas, que con su tenida de combate, léase su buena minifalda y escote generoso, va en busca del oficinista que históricamente cae rendido ante esta herramienta de marketing. Calzándolo con la compra anticipada de la ultima morada terrenal de él y su vieja, la cual ante tamaño e inesperado regalo de su querubín cae de espaldas infartada inaugurando el mausoleo familiar.

Otro personaje es el buitre que está a la espera de cazar la carne muerta a la salida de los hospitales. Este carroñero le va con el soplo al dueño del funeraria para cual trabaja , quien le ofrece una cantidad de dinero base por el negocio. Aquí el jote muestra todas sus capacidades histriónicas con la familia del deudo para ganarse el negocio y tomar una tajadita de muerte que le corresponde. Y si hablamos de amenizar los velatorios fomes, el mercado ofrece lloronas que con sus sonoros sollozos y lamentos entregan el dolor que los familiares del obciso, nublados por la parte de la herencia o por la deudas que dejan, no son capaz de entregar.

Como dice Patrico Manns “ la muerte no va conmigo”, no tengo tiempo para pensar en sandeces tal vez por que ya estoy muerto y la estoy pagando en cuotas de a dos o tres sueltos o en cajetillas de diez, en botellas de litro conversada en un bar.

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